miércoles, 26 de enero de 2011

Coincidencias santiagueras

Hola Dr. Jones, mi único lector (por ahora).
Por exigencias de mi muy querido público me lanzo a escribir mi segunda entrada del Alma de Cántaro. Y para hacerlo, ya que mi vida es tan terriblemente emocionante en estos momentos gracias a lo excitante que resulta siempre preparar una oposición, me tendré que remontar al año 2004 (si mi excelente memoria no me engaña).

(Joel, bufff, me está costando, eh?Pero allá va la historia Santiaguera que te prometí).

Pues eso, que el verano más caluroso desde hacía 40 años (no sé si cuarenta, pero es un número muy dado a las exageraciones en España, además de que como todo el mundo sabe, hay tres números que adoro, el 3, el 7 y el 40; y cómo 3 es poco y 7 no mucho..., mejor continúo). La cuestión es que ese preciso verano se nos ocurrió a mi y a otras tres personas hacer el Camino de Santiago y para más inri en agosto. Los gallegos alucinaban con las temperaturas que hacían, en los supermercados la comida se les ponía mala y se pasaban el día quejándose de la temperatura inhumana que hacía, aunque para unos valencianos eso era el verano más fresquito que habíamos tenido jamás. La cuestión es que allí estábamos 4 valencianos, con un acento que no pasaba desapercibido por esos lares y con toda nuestra buena voluntad a cuestas.

Fueron 15 días de viaje donde la verdad es que hubo un poco de todo, porque la convivencia es muy mala y porque si te vas en medio de una crisis, con tu futuro ex, a un lugar donde te duelen hasta las pestañas y donde los ronquidos nocturnos de tus compañeros no te dejan pegar ojo... la cosa puede llegar a ser una bomba de relojería.

Pero como fueron muchas las buenas, hoy empezaremos por la que más me hace reír aún hoy.
Las noches allí son muy cortas, más que nada porque nos teníamos que levantar a las 4.30 o 5.00 para iniciar la marche y que no nos cayera la solana encima. Una de esas noches la pasamos en O Cebreiro, más bien en el suelo de O Cebreiro, porque al llegar éramos tantos peregrinos que fuimos muchísimos los que acabamos en tierra. Y esto fue la base del problema. Mucha gente, mucha gente por el suelo y a las cuatro de la mañana, es decir noche cerradísima.
Al sonar el despertador me levanté muy pizpireta a iniciar la marcha (porque yo me levanto con mucho humor y mucha energía), aunque tratando de no hacer ruido y así, tratando de no hacer ruido, acabé por pisar (con mucha energía) lo que parecía la tripa de alguien que gritó como si se tratase de un gorrino el día de la matanza. Así que me traté de disculpar con esa sombra adormilada y dolorida que mandándome a freír espárragos se durmió (o no, porque yo me largué escopetada).

Y así pasaron los días, conmigo igual de pizpireta y el muchacho supongo que dolorido (hay que recordar que mis botas de montaña son de una solidez pasmosa), hasta que un buen día estando en un pueblito muy mono cerquita de un río, escuchamos Lluís y yo unas guitarras y unas voces que cantaban animadamente, y nos sentamos con ellos a cantar. Imagina mi asombro cuando de pronto un chico con unas rastras rubias tremendas (y también él tremendo), comenzó a cantar una especie de blues improvisado donde contaba su camino y donde también contaba/cantaba como un ser sin escrúpulos le había aplastado el vientre a las 4 de la mañana y como casi le rompe las costillas. Yo quería que la tierra me tragara, pero antes de que me diera si quiera tiempo de hacer mutis por el foro, mi ex ya estaba partiéndose de la risa y señalándome. El chico se lo tomó bien, le pedí perdón, ahora con luz y nos reímos todos muchísimo y nos abrazamos. Siguió su canción, aunque ahora ya sabía mi nombre. Lo pasamos muy bien y cada vez que nos encontrábamos por el camino nunca podíamos parar de reír.

Bueno, Joel Jones, creo que ya te he contado la historia del Camino y creo que este post es lo suficientemente largo, como para no tener que hacer otro en algún tiempo.

Pd: las oposiciones me quitan estilo, así que si te he aburrido, sorry y prometo mejorar después de abril.

sábado, 15 de enero de 2011

Llevada por la cojera

Debido a una caída de lo más estúpida me encuentro perdiendo el tiempo aquí, tendida en la cama, con la pierna en alto y apestando a Reflex.

Así que he descubierto esto por el facebook y llevada por la envidia de ser el único ser humano sin blog me he decidido a probar cómo funciona esto, así que voy a empezar a toquitearlo todo a ver que sale. Allá voy!